autor.: cejuanjo
Remitido el 12-04-10 a las 09:03:35 :: 2101 lecturas
El hecho es el siguiente: en la pasada convocatoria de Secretarios Judiciales (Orden de 10 de julio de 2008) se presentaron 2.815 instancias por el turno libre; en la actual convocatoria de Secretarios Judiciales (Orden de 28 de diciembre de 2009) el número de instancias presentadas para ese turno libre es de 3.057. El incremento por tanto apenas llega al 9 por 100, desde luego muy por debajo de ese 34,87 por 100 en que aumentó la tasa de desempleo en 2009 con relación al año anterior. Estas cifras contrastan con los titulares de prensa que hablan de un crecimiento abrumador del número de personas que echan instancia a oposiciones como consecuencia de la crisis. Crecimiento que si se da lo es para aquellos cuerpos, escalas y categorías profesionales en los que la nota característica es el relativamente bajo nivel de titulación que se requiere a los aspirantes. Y en este sentido recordamos las 17.000 instancias presentadas para 30 plazas de ujieres de las Cortes Generales. Por ejemplo. Aspirantes entre los que a buen seguro hay más licenciados en Derecho que todos los que concurren a las oposiciones a Secretario.
Una de las señas de identidad de los tiempos que vivimos la constituye el decreciente grado de implicación personal que el ciudadano manifiesta en resolver su futuro. Se mira al Gobierno como si Zapatero fuera una especie de Harry Potter que va a sacar a España de la crisis. O que no va a sacarla porque no es Harry Potter pues Harry Potter es Mariano Rajoy. Y aunque ambos aparezcan por la tele como si lo fueran lo cierto es que ninguno de los dos es Harry Potter ya que aquello con lo que apuntan al ciudadano no es la varita mágica que obra milagros sino el índice con que colocan a Bibianas y Sorayas. Siendo el que esto dice es el del opinar de que la crisis se irá como ha venido es además del parecer de que la crisis verdaderamente existente es la individual de cada uno, esa de la que sólo puede sacudirse quien de manera concreta la padece. De este modo cuando el rostro más adverso de cada crisis singular se manifiesta en la falta de propias expectativas profesionales lo cabal es que al que le pique se busque la vida con todas las energías existenciales que reclute. Y mal andamos, pero que muy mal, cuando todas esas energías alistadas en nuestro banderín de enganche reducen la preparación de oposiciones a algo así como echar un curriculum para Carrefour. Se busca lo cómodo, lo fácil, lo regalado,… dentro de la ingente marea en la que se agolpa todo el mundo a las puertas de poquísimas plazas. Y se cree que eso son oposiciones.
De siempre y ahora más la palabra oposición debe ser entendida como la acción y el efecto de oponerse y de oponerse naturalmente a otros. Si buscamos medirnos a los demás en un proceso selectivo nuestro punto de partida tiene que asentarse en la pretensión de ser mejor que los otros. No igual: mejor. Y para ser el mejor no basta con rellenar una instancia.
Pues nada, chavales, esto es lo que hay. Un saludo
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