autor.: cejuanjo
Remitido el 20-10-09 a las 08:35:44 :: 1700 lecturas
La obsesiva fijación de El País en el caso Gürtel hoy da un paso de gigante buscando, nada más y nada menos, que el parecer de El Papa. ¿Qué piensa El Papa de esta trama corrupta? Al objeto de conocer tan valiosa respuesta se comisiona un empleado del Grupo Prisa que si bien no entra en contacto con Benedicto XVI consigue ser atendido por el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi. Muy posiblemente Monseñor Federico no guarda en su memoria más que un vago recuerdo del viaje del Romano Pontífice a la capital del Turia en 2006, es casi seguro que en tan vago recuerdo no ocupa espacio alguno lo que costó el equipo sonoro empleado por Canal Nou e incluso nos atreveríamos a decir que el tema en su momento le importó un bledo. Sin embargo el jesuita, con diplomacia vaticana, pone a disposición del empleado del Grupo Prisa un despliegue de atención e interés que el periodista confunde con vívida preocupación por el caso Gürtel. ¿Realmente le preocupa el caso Gürtel al Vaticano?
Escribe el gacetillero: “¿Está disgustado el Santo Padre por haber visto su nombre asociado a un negocio corrupto?". Es evidente que el Papa no tiene nada que ver en ese asunto. Pero, por principio general, todas las cosas poco claras e incorrectas nos disgustan", responde Lombardi midiendo las palabras. "Pueden suceder, porque son hechos administrativos, pero es un caso ciertamente feo. Los negocios sucios siempre son feos".
Puestos a hablar de cosas poco claras e incorrectas quizá podría comentarse la posición de la Santa Sede sobre la no indemnización a las víctimas por abusos sexuales cometidas en Estados Unidos o acerca de cómo puede hacerse pasar un camello por el ojo de una aguja por gordo que sea el camello. Pero buscar que El Vaticano dé su opinión sobre una pésima película española que ni ha visto ni seguramente piensa ver es llevar las cosas al paroxismo. No todo se mueve alrededor de la Cúpula de Miguel Ángel, la Piedad, el Baldaquino de Bernini y sus Museos incomparables. A no ser, claro está, que uno no esté escribiendo una cosilla para El País sino una versión española de El Código Da Vinci.
Pues nada, chavales, esto es lo que hay. Un saludo.
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